diciembre 2, 2024

Cabo Polonio: el rústico pueblo que no tiene luz ni agua, pero las casas se venden por más de medio millón de dólares

“En 1753, el capitán Joseph Polloni encalló con su barco en la costa del norte uruguayo. Su nombre bautizó en ese entonces al cabo de esa zona como “Polonio”. Hoy en día, el lugar tiene reputación de ser un “oasis de desconexión” porque no tiene con servicios de electricidad ni agua corriente y las casas están salpicadas entre los médanos.

Ese aislamiento, así como su naturaleza agreste, es lo que hizo del pueblo un lugar que han elegido varias famosas para pasar unos días fuera del radar, como por ejemplo Eugenia Tobal, Inés Estévez, Florencia Raggi y Eleonora Wexler para pasar días entre amigas, y el cantante Jorge Drexler que lo tiene en su lista de destinos favoritos”, comienza el artículo publicado por La Nación.

“El destino para tomarse unas vacaciones del celular, la tablet y la tv está ubicado en el Departamento de Rocha. Es un pueblo de pescadores que se instalaron entre las décadas del 60 y el 80 por el negocio de la exportación de piel de lobos marinos, animal que abunda en el cabo. A día de hoy permanecen las construcciones locales de esa población original y según el último censo residen menos de 100 personas.

Agreste y virgen, el lugar ideal para el détox de la rutina urbana atraviesa un despertar inmobiliario. “En estos días han habido movimientos de compraventa a precios muy destacados que posicionan al Cabo como un destino top a nivel de precio por metro cuadrado″, destaca Diego Rubio, vecino y socio de Gabasol SA, que es la sociedad dueña de las casas de la playa Sur. En lo que va del año se vendió una casa de 91 m² a US$763.725 y otra de 130 m² a US$580.000. “En general, hay entre seis y siete compraventas en el año”, agrega Medardo Manini Ríos, presidente de S.A Gabasol.

Desde su visión, los precios extravagantes para metrajes tan reducidos se explican por tres motivos. Por un lado, “la exclusividad de la zona y la demanda creciente”, ya que destaca que muchas veces las familias que van a tener unas vacaciones sin wifi se encantan con la forma de vida que promueve el lugar y buscan comprar una propiedad.

Por el otro, destaca la oferta limitada. En 2009, las 4815 hectáreas que conforman Polonio ingresaron al sistema nacional de áreas protegidas y fue declarado Parque Nacional. Esta denominación reafirmó la voluntad de los pobladores de no querer explotar la tierra sino preservarla. “El colectivo no quiere urbanizar porque queremos preservar la identidad que hace que Polonio tenga su magia”, afirma Manini Ríos.

Compradores que son socios de la tierra

La zona urbana de Polonio se concentra en una misma microzona y a la vez se subdivide en norte, centro y sur, aunque estas divisiones están a pocas cuadras de distancia. Diego Rubio, por ejemplo, es uno de los 78 socios de las 211 hectáreas de la zona sur, que llegan casi hasta la ruta 10 donde está el acceso al cabo. La misma se constituyó como sociedad en 2003, cuando los pobladores que tenían allí sus casas le compraron la tierra a la familia terrateniente. Se pusieron de acuerdo en que para preservar el lugar no se construirían nuevas casas y que la tierra sería de todos, por lo que la compraventa de las propiedades en realidad es un intercambio de acciones.

En la operación, se compra una acción que otorga el derecho de habitar la propiedad construida y el comprador se convierte en socio, pero la regla común es que “el jardín es de todos”, no hay divisiones prediales por cercos ni alambrados y más allá de las casas no hay propiedad privada.

Si bien la sociedad acordó no vender más acciones y no desarrollar la tierra con más casas, las preexistentes “se transformaron desde que compramos hasta el presente y el estándar es de calidad media a media-alta”, explica el Presidente de Gabasol SA. Describe que hoy las casas van de 50 m² la más chica a 150 m² y tienen un confort que antes no tenían: paneles solares, un ecosistema de bombas para presurización del agua para duchas, calefacción para usar la vivienda fuera de temporada y cerramientos de buena calidad.

Las tierras del centro donde se concentran los servicios pertenecen al Estado, aunque ahí todavía hay casas privadas de los pobladores originales. Algunas de estas construcciones se transformaron en hostels o locales comerciales, ya que al cesar la faena de lobos los residentes tuvieron que reconvertirse. En esta parte del cabo hay un faro al que no se puede acceder y una escuela pública donde estudian siete niños.

Por último, las tierras del norte que incluyen la famosa playa La Calavera atravesaron conflictos legales entre los herederos de la sucesión Tisnés (propietarios originales del predio) y sus pobladores por más de tres décadas. El año pasado se terminaron por resolver y la desarrolladora Balsa & Asociados compró las 200 hectáreas norteñas con 85 casas preexistentes y creó el “Programa Arenas del Cabo”. Este permitirá comercializar tierras de US$170.000 y hasta 55 casas en el 2% de las 10 hectáreas habilitadas para hacerlo”, continúa este artículo escrito por Mercedes Soriano.