El cuento chino de la gestión olvidada

Escribe Nahuel García Rocha
Rocha es ese lugar donde la política no solo se juega en las urnas, sino también en la memoria colectiva, aunque algunos prefieran que esta sea bien selectiva. Aníbal Pereyra, exintendente del Frente Amplio, parece haber desarrollado un talento extraordinario: olvidar su propia gestión mientras señala con indignación la del actual gobierno. Ahora, en plena campaña, con una indignación casi teatral, grita desesperado sobre una supuesta catástrofe financiera en Rocha, como si nunca hubiera ocupado el sillón de la Intendencia, como si los cinco años de su administración fueran un paréntesis en el tiempo en el que nada ocurrió… bueno, nada bueno, al menos.
Durante su gobierno, Rocha vivió momentos inolvidables. No porque haya habido una lluvia de inversiones, ni una gestión brillante, sino porque el Tribunal de Cuentas, con una constancia admirable, se dedicó a rechazar cada una de sus rendiciones de cuentas. No una, ni dos, ni tres: ninguna de las rendiciones de su administración pasó el filtro del organismo. Pero ahora, con un desparpajo admirable, es él quien viene a dar cátedra sobre manejo financiero y endeudamiento, como si el público fuera un grupo de amnésicos que olvidó cómo dejó las cuentas cuando se fue. Porque, claro, cuando él gastaba a manos llenas sin que quedara demasiado claro en qué, no era deuda; era inversión. Cuando Umpiérrez toma créditos para obras, en cambio, es una crisis. La matemática frenteamplista, sin duda, es un fenómeno digno de estudio.
Y si de hazañas memorables hablamos, no podemos olvidar los famosos cuentos chinos de la administración Pereyra. Porque sí, durante su gobierno se vendió la idea de que Rocha sería el nuevo destino soñado por el turismo chino. Tanto entusiasmo le puso al asunto que el propio Pereyra, junto con su directora de Turismo, hoy flamante subsecretaria de Turismo del país, se fueron de paseo a China con la promesa de atraer inversiones y turistas asiáticos. Lo que llegó después fue… nada. Ni chinos, ni inversiones, ni nada que justificara aquel viaje más allá de un par de fotos y algunos titulares grandilocuentes. Pero claro, en la lógica de la izquierda, si el turismo no llega, el problema nunca es la falta de estrategia o gestión, sino una conspiración internacional.
Mientras Pereyra se aferra al micrófono para explicar lo inexplicable, la administración de Alejo Umpiérrez optó por otro enfoque radicalmente diferente: hacer cosas. Y Rocha se ha convertido en un departamento en obra, con la mayor inversión en infraestructura de su historia. En vez de discursos, hay calles asfaltadas; en vez de promesas, hay saneamiento en La Paloma, una obra que no solo moderniza la ciudad, sino que también eleva la calidad de vida de los vecinos. Pero claro, para el Frente Amplio esto debe de ser una tragedia, porque al parecer prefieren que los problemas se queden sin resolver, para seguir denunciándolos eternamente sin asumir responsabilidades.
El nuevo puente del Paso Real, que conecta mejor el barrio Hipódromo con la ciudad de Rocha, es otro ejemplo de lo que se hace cuando se prefiere la acción a la queja. Dos millones de dólares invertidos en algo concreto, visible, útil. Y no hablemos del programa “Rocha vuelve a sonreír”, que ha brindado atención dental gratuita a más de 13.000 personas. Sí, porque resulta que cuando la plata se administra bien, hasta da para devolverle la sonrisa a la gente. Mientras unos pavimentan caminos, otros los recorren con discursos de barricada.
Mientras unos construyen, otros gritan. Es la diferencia entre gobernar y hacer campaña eterna, entre dar respuestas y buscar excusas. Rocha hoy está mejor, porque finalmente alguien decidió que el departamento no era solo un botín político, sino un lugar donde la gente merece vivir bien. Pero claro, eso a algunos parece molestarles.
Y si algo nos ha enseñado la política es que la creatividad no tiene límites. No sería raro que en su próxima campaña, Pereyra decida inaugurar las obras que nunca hizo, con gran despliegue y corte de cinta. O tal vez aparezca denunciando que en Rocha la gente ahora tiene mejores dientes gracias a la Intendencia. Nada sorprende ya. Lo que sí es seguro es que, por más que intenten instalar la idea de que todo está peor, los hechos hablan por sí solos. Y eso, por más discurso que inventen, no hay relato que lo pueda tapar.