Comida, plazas y obras
ESCRIBE MARTÍN VALDEZ
Durante todo el 2020, se dijo por parte de la oposición (discurso que quien escribe hasta aún mantiene) que “la gente no comía plazas”, pues a construcción de plazas públicas de portland y poco pasto se limitó la gestión de gobierno municipal 2015-2020.
Rápidamente, iniciado este período, desde la oposición actual se trastocó ese “slogan” (con la gran habilidad para transformar relatos que tienen desde la coalición frenteamplista) e intentaron imponer que lo dicho en aquel momento era: “la gente no come obras”, en un afán revanchista por el resultado electoral adverso que hasta aún padecen. Esta actitud obedece también a que en cada aparición pública y evento municipal, el Intendente recuerda la gestión a nivel de obra pública que lleva adelante, histórica para los niveles del departamento de Rocha, y que es su sello de calidad de la gestión, ergo cuando se compara con los niveles del último mandato frenteamplista.
No obstante, esa frase del Frente Amplio es inexacta por no decir una gran burrada, calificativos que trataré de evitar de aquí en más, pues como alguien dijo una vez, se puede decir lo mismo sin tanta adjetivación.
La política empleada por el gobierno de Aníbal Pereyra (denominada “rochita querida”) claramente no era suficiente para mover la aguja en términos de empleo. La construcción de plazas barriales, por varias que estas pudieran ser, no requiere de una cantidad significante de tiempo ni personal a disposición, agregado al hecho de que se construyeron algunas con personal municipal y otras con empresas privadas que traían su propia plantilla de obreros.
Situación distinta es la gestión actual, que lleva más de cuarenta obras licitadas en todo el departamento con el agregado especial de que a raíz de una norma incluida en el presupuesto departamental 2020-2025, el 60% del personal de las empresas licitadas debe ser rochense, extremo éste que se ha verificado y cumplido en cada caso.
Abandonando la cuestión municipal, abordemos lo relativo a inversión nacional: doble vía Pan de Azúcar – Rocha, mantenimiento de puentes ruta 9 Rocha – Chuy, ensanche del puente en ruta N° 19, ruta 15 Rocha – Lascano, puente Cebollatí – Charqueada; mientras años anteriores apenas si se realizó mantenimiento.
Comparemos: la gente no come plazas (lo que acusamos en su momento), pero sí puede comer por un ambicioso plan de obra pública.
Salgamos ahora de la consideración directa de la generación de empleos desde la obra pública, y pasemos a lo que impacta en el comercio local. Para la construcción de plazas el requerimiento de material es muy poco, extremo distinto es para la urbanización barrial, alcantarillas rurales, espacios públicos, mantenimiento de espacios municipales, puentes o hasta la villa hípica que se ejecuta en el Barrio Hipódromo de Rocha, pues en todos estos casos la cantidad de insumos a demandar es infinitamente superior, sin dejar de lado el hecho de que las obras se ejecutan en simultáneo en la gran mayoría de las localidades del departamento. Es decir: la adquisición de materiales se da de manera constante en todas las localidades del departamento, casi que al mismo tiempo.
De nuevo: la gente no comía plazas, pero sí puede hacerlo por un ambicioso plan de obra pública.
Abandonando ahora el plano obras, vayamos al rol de la Intendencia propiamente dicho.
En tiempos de antaño, la labor municipal era prender la luz, hacer plazas y recolectar residuos con el extra de que en casi todos los rubros fue ampliamente insuficiente; hoy hemos naturalizado el hecho de que la Intendencia sale a buscar inversiones y a promover que Rocha se desarrolle desde el sector privado: el proyecto Garzón Marítimo es un claro ejemplo, y la búsqueda de un emprendimiento turístico de calidad en la costa de Rocha es otro. ¿Qué tienen de común ambos casos? Han sido atacados desde la oposición, en un afán de evitar que se concreten y así se logre cumplir otra de las propuestas hechas en la última campaña electoral. Para el caso del primero (Garzón Marítimo) los ediles opositores interpusieron ante la Cámara de Representantes un recurso que suspende la autorización a la inversión de más de USD 10 millones; y en el otro caso (el emprendimiento turístico costero), un día sí y otro también, desde filas frenteamplistas se han dedicado a menospreciar e instalar la duda ante una genuina intención del gobierno nacional y departamental para licitar un proyecto turístico en la costa rochense.
Quizás sea redundante para el lector que se insista en los comparativos y en el recordatorio de lo realizado hasta el momento, pero ante una constante situación de ataque a la gestión con un afán cargado de pura malicia, resulta imperioso ocupar estos espacios con información y por qué no, alguna reflexión.