Costa Azul: reciclando las piedras que tira el F.A
ESCRIBE MARTIN VALDEZ
Desde hace unas semanas somos testigos de los ataques sistemáticos por parte del Frente Amplio, contra la obra de protección costera que la Intendencia ejecutó en el balneario Costa Azul. Y que harían lo mismo si el gobierno nada hubiera hecho en el lugar.
Quedó atrás aquella conducta de salir descalzos ante las inclemencias del tiempo a colaborar con vecinos que veían afectadas sus viviendas por las crecientes, y somos testigos hoy (con profunda tristeza, debe decirse) de una fuerza política cargada de frustración que arremete contra una obra que tiene como fin salvaguardar la propiedad de decenas de familias, y también, proteger el ambiente y ecosistema costero que ante cada derrumbe se ve afectado por la contaminación que este produce.
Es natural preguntarse, viendo esto, si la Intendencia como órgano del Estado no debe actuar ante casos de esta naturaleza y viabilizar, en la medida de sus posibilidades, obras que aseguren el patrimonio de los rochenses, aun cuando ese patrimonio se vuelca a la oferta turística que nos permite subsistir. Sencillamente, la obra de Costa Azul es pionera en su tipo, pero también en el hecho que llega para asegurar la principal industria de nuestro Departamento: el turismo. No es un secreto que algunas o muchas de esas viviendas son, como pasa en todos los balnearios rochenses, destinadas a alquiler en la temporada estival. ¿Entonces los que se oponen están en contra del desarrollo y la preservación de la industria turística?
Es llamativo, también, la contra cuando esta obra llega para preservar ese patrimonio natural que tanto se milita ahora y que la falta del debido cuidado nos ha arrebatado con el correr de los años. Luego de esta etapa de la obra de protección costera, se ha recuperado un pequeño espacio de costa, y ante las sudestadas que han azotado se ha evitado la foto de escombros, nylon, maderas y alambres en ese espacio característico y emblemático de nuestro principal balneario. Foto esa que ya vivimos y queremos dejar atrás.
Se trata, entonces, de una obra justa, necesaria y popular, pues es por la insistencia de los vecinos que este proyecto se plasmó y ejecutó, luego de años de ninguneo de otras autoridades que hoy se acuerdan de salir a escuchar al interior.
Derribando relatos, es importante precisar que todo esto se trata de una obra que financió la Intendencia sin mediar préstamo bancario alguno, pues la propia Junta Departamental negó la solicitud de crédito que se presentó; sin perjuicio de que los vecinos beneficiados restituirán, gracias a un artículo del Presupuesto Quinquenal municipal que se denomina “contribución por mejoras”, el costo que tuvo la obra (USD 800.000 aproximadamente). A los alarmistas que no se preocupen, y tomen nota.