mayo 2, 2025

La poética del humo y la ingeniería de hacer

Escribe Nahuel García Rocha

En un manuscrito que más parece un tratado de retórica sin ancla, Flavia Coelho y Aníbal Pereyra despliegan sus “Lineamientos Programáticos 2025-2030” bajo la promesa de un “modelo de desarrollo multidimensional” que equilibre “crecimiento económico, justicia social y protección ambiental”, un idealismo tan etéreo que se disuelve al primer contacto con la realidad. Nada en sus páginas aparece tan sólido como la brisa que acaricia la rambla; en cambio, basta hojear “El Rocha del Futuro” de Alejo Umpiérrez para toparnos con cifras nítidas: triplicar la inversión departamental de USD 23 millones a USD 60 millones, duplicar los kilómetros de asfalto en avenidas estratégicas y comprometerse a obras puntuales como el puente Paso Real y polideportivos en localidades específicas.

La izquierda presume, con enjundia de libro de aula, que “la conservación del medio ambiente no es un tema ajeno a los asuntos sociales, culturales, económicos y políticos” y promete “fortalecer la protección de humedales, dunas, palmeras y otras áreas sensibles” coordinándose con ministerios nacionales. Sin embargo, en quince años de gestión, esos compromisos han quedado —según muchos vecinos— en mera oratoria: las dunas siguen siendo invadidas por el progreso informal y los efluentes continúan colándose por los arroyos. Umpiérrez, con el rigor de un naturalista, va más allá de las palabras: declara áreas protegidas, restaura cordones dunares y prohíbe los descartables de un solo uso, todo ello respaldado por partidas presupuestales y cronogramas firmes.

Cuando llega el turno de los jóvenes, Coelho y Pereyra describen una Casa Joven que parece un esbozo de proyecto, pero no incluyen presupuesto ni cronograma. Umpiérrez, pragmático, lanza “Rocha Emprende Joven”: 20 becas mensuales, y mentorías con empresarios locales. Así, mientras la izquierda recita una oda genérica a la creatividad juvenil, Alejo Umpiérrez contabiliza emprendimientos que facturan y generan empleo real.

En el terreno social, el Frente Amplio se adorna con títulos de “Rocha del Bienestar para Todas y Todos” y promete “políticas inclusivas que reduzcan desigualdades”; no obstante, no ofrece un solo dato sobre cuántas viviendas mejorará o cuántas plazas de cuidado abrirá. Umpiérrez sale al paso con un catálogo real: su programa “Rocha Vuelve a Sonreír” ha atendido 15.000 beneficiarios con unidades móviles de salud, mamografías gratuitas en el interior y asistencia psiquiátrica con nombre y apellido, y anuncia nuevos hogares de ancianos y estudiantiles con fechas y responsables claros.

La famosa “participación ciudadana” del FA se desglosa en 45 líneas de acción dentro de cinco ejes, pero carece de ejemplos de decisiones populares tomadas. Umpiérrez, por el contrario, habilita la plataforma “Entre todos”, donde cada vecino propone, vota y sigue el avance de las comisiones que diseñan las políticas, convirtiendo el mito de la consulta en un trámite público, medible y vinculante .

Cuando el FA presume su ingreso a la Red UNESCO o el “rescate patrimonial local” sin ofrecer fechas ni presupuestos, Umpiérrez descorre la cortina: anuncia la creación de un Museo de Arte Nacional y Rochense, un espacio donde se exhibirán tanto el acervo cultural uruguayo como las obras y tradiciones propias de nuestro departamento, con cronograma de obras, monto asignado y equipo curatorial definido. No es un simple guiño internacional, es la materialización de la identidad rochense en ladrillo, lienzo y políticas culturales concretas.

Y luego está Aníbal Pereyra, cuya brújula política parece calibrarse con el viento de la opinión pública: un día defiende con ardor cada feria, cada espacio cultural y cada iniciativa social; al siguiente, cuestiona esos mismos proyectos como si fueran meros adornos superfluos. Esa sucesión de giros y bandazos, con elogios iniciales convertidos en reproches infantiles, ha dejado a los rochenses preguntándose si Pereyra gobierna con una visión coherente o si, más bien, se limita a bailar al ritmo de los focos y los encuestadores.

Al final, la elección se reduce a dos poéticas: una, la del Frente Amplio, que compendia cinco ejes que suenan a soneto inconcluso, a esa prosa “llena de solemnidades huecas” que Vargas Llosa denunció en La orgía perpetua, cuando señalaba que la retórica sin acción “transforma la política en un ejercicio estético sin consecuencias”. La otra, la de Alejo Umpiérrez, escribe con cincel, asfalto y presupuesto, como los personajes de La ciudad y los perros, que no hablan de coraje, sino que lo ejercen. Porque en Rocha, donde la paciencia ciudadana ya no cabe en un protocolo, las promesas no se miden en adjetivos sino en metros de obra.